domingo, 3 de junio de 2018

Espejo

Cuando la muerte merodea a nuestros padres volvemos a la casa de nuestra infancia, donde aún viven ellos, para que en el muelle donde zarpa  la barca de la muerte,  en el viaje incierto  al más allá, haya algún pañuelo agitado al viento que diga adiós.

Ella regresó allí una mañana de junio cuando los que se mueven al ritmo de las estaciones creen que todo revive. Después de 50 años se volvió a duchar donde lo hizo por última vez cuando tenia 20. Estaba al principio de la vida y ahora, emprende la autopista, la que tiene el peaje mas caro,  hacia donde la parca te da la mano para invitarte al viaje en su gabarra.

En ese espacio, 50 años, en que tomó su penúltima ducha en ésa casa unos jóvenes en París levantaban adoquines para encontrar unas playas que nunca hallaron, después se murió Franco, pero no del todo,  se fundió  también el comunismo porqué se vió que los comunistas no existían y muchas otras noticias nos dieron unos pésimos vivires.
La historia tiene mal gusto y el color de la sangre.

Salió de la ducha. De su pelo rubio caían las gotas de la limpieza hacia un a un suelo harto de años. Después, con naturalidad, se miró en el espejo. Ése espejo que la vió por última vez hace 50 años. El cristal era el mismo. La habitación la misma. Ella no.

Toda una historia pasa entre esas dos miradas a ése maldito aparato que nos detalla nuestra realidad, pero en simetría.
Ella vió los entonces los surcos que la labranza de la vida nos inca sin piedad. Que todas las horas hieren pero que la ultima mata y que, al fin y al cabo,  el espejo nos muestra realidad, pero invertida.  Es casi imposible leer un texto reflejado en un espejo. ¿Por que un rostro bello puede superar en éso la página mas exquisita que alguien ha escrito?

Aún con el pelo húmedo, ante ése espejo añado, ella sabe que las semillas que lanzó ya crecen  bajo el sol que sólo disfrutamos los latinos.

Por ahí brotan con generosidad hasta que, un dia, ellas tengan la ventura de mirarse en el espejo de la casa de su madre.


A la meva germana Teresa.

"Los espejos" de Jorge Luis Borges.

"Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita

Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso nos alarman."


sábado, 7 de abril de 2018

El tiempo

La cuenta atrás siempre ha estado en marcha
Quizá cuando sale la primera cana pensamos en un cementerio
Y transita gente por tu vida como en una estación de tren
Unos llegan para quedarse, otros se van para siempre, unos enlazan...
Solo quiero terminar con dignidad.
Es mucho.
Lo sé.

martes, 6 de marzo de 2018

Ahí abajo

Poco a poco, el manantial de donde brota el agua de la vida erosiona la piedra de la alegría contra la que choca de forma incesante, insistente, sin clemencia ni piedad.
Cuando la piedra  ha quedado disuelta como un azucarillo es cuando, si  te atreves a salir a la calle, ves los  coches que tienes la seguridad de que no van hacia ninguna  parte, como yo. 
Cuando tienes la certeza de que nada ha servido para nada.
Y piensas en tus niños que ya no lo son.
Lo dificil que, sin querer, se lo pongo a ella.
Y salir a un balcón es sinónimo de pánico.
....y levantarse cada mañana después otra noche en blanco, una más, es un acto reflejo como el  parpadeo. 

(Imagen OK Diario)

jueves, 9 de marzo de 2017

Un diario

En el tren matinal cerca de la playa
Luminosidad
Llega el
túnel que nos mete bajo la ciudad
Oscuridad
Sales a la superficie de ésta sucia urbe
Oscuridad
Mediocre oficina donde los rayos de sol entran por la ventana
Oscuridad
Desde hace años solo un tema de conversación
Oscuridad
De nuevo en el tren bajo los túneles hediondos
Oscuridad
El ferrocarril  vuelve a bordear la playa
Luminosidad
Quedan muchas jornadas así
Oscuridad.

sábado, 16 de enero de 2016

Ella y la muerte

Calella de Palafrugell. Foto de Teresa Bigorra
Me recibe, en un tanatorio, con la sonrisa de los que, de forma inevitable, te agradecen que en ese día estés a su lado. Llevo clavada su sonrisa limpia, blanca, en mi memoria desde los quince años. Ya son mas de cuarenta compartiendo amistades duraderas, o que se quedaron por el camino, cosas de la heroína, dolores sanados, otras veces crónicos, y también de olvidos forzados por la distancia.

Justo cuando teníamos toda la vida por por delante, estirábamos las noches para ver el amanecer en una playa mediterránea y sumergirnos en las aguas, mientras la aurora bendecía los pinos que nos observaban con la luz roja de ése sol que estaba naciendo de nuevo. Era nuestro prólogo de lo que, entonces, nos parecía la eternidad. Luego descubrimos que Jaime Gil de Biedma ya nos había concretado el argumento de la obra y que la vida iba en serio...


La barca de Caronte vino a buscarla hace unas cuantas primaveras. Ella burló sonriendo el viaje al que la empujaba el cangrejo acariciando y oliendo las flores de su balcón perfumadas por el mar, mimada a cada instante y sin desvelo por él, como sólo pueden hacerlo los que aman de verdad. Mientras, ella sufría el fuego intravenoso de la ciclofosfamida y, después, de la radiación ionizante.


Su hermano yace muerto ahí al lado. Demasiado joven. Y ella tiene el enorme valor de preguntarme sobre mi. No soy yo el que importa. Y hoy menos. Después me habla de la injusticia como ley de vida, y de ésa justicia que, fuera de los tribunales, no sabemos quien la imparte.


Al cabo de un momento, y cuando el silencio de una multitud se asemeja a un enorme animal callado, escuchamos la voz de su poeta:


"No hace tanto miedo la muerte...

Es huir...

Y llegar
a una inmensa playa de oro
para no volver a morir, 
para no volver a  marcharse."


Josep Punsola. (Mataró 1913-1949)


(Disculpad mi enorme torpeza al traducir textos del catalán)








domingo, 3 de enero de 2016

"Soy un impostor" de Gerard Duelo Ferrer

Según la RAE, un impostor es aquel que se hace pasar por otra persona o por lo que no es. Eso soy yo. He sido alto ejecutivo toda mi vida y no soy eso. Prisionero de egos y de buenos sueldos, no he sido capaz de ser lo que realmente soy, un artista, un creativo, un pintor, un escritor. Cualquiera de esas profesiones me hubiera hecho poner el pie en el suelo cada mañana al levantarme (suele ser el derecho) y emprender el día con mucha más ilusión.

El previsible disgusto a mi madre, viuda y humilde, convencida de que hacer eso era no ser nada de nada el día de mañana, me llevó por otros caminos, el de la impostura. Lo que siente mi alma al pintar o escribir no lo he sentido jamás ni en los mejores mo­mentos de mi carrera, que afor­tunadamente han sido muchos. 

Doblar ventas, abrir sucursales, incrementar la plantilla de gente buena, idear planes de mar­keting, alcanzar retos difíciles, cobrar sustanciosos incentivos o dividendos, o ver subir el valor de las acciones, ha sido hermoso, a veces más que eso, pero nada que ver como la sensación en mi ­corazón de crear un cuadro que te gusta o escribir la poesía con la que querías decir una cosa sin ­decirla.

Si por ahí hay algún joven candidato a impostor como yo, le ­digo, no importa lo que hayas estudiado, luego haz lo que te gusta y el dinero para ser feliz no te faltará. De lo contrario, quizás cuando puedas hacerlo sea ya un poco tarde.

(Publicado en las cartas de los lectores de La Vanguardia el 3 de enero del 2016)

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Año nuevo

Es un  tópico; “feliz año nuevo”. Agradezco el deseo, claro. Pero creo ser honesto al apuntar que, con los años, los deseos ajenos se divorcian contra la realidad. Un año mas. Un año mas viejos. Desaparecerán personas muy próximas, por el tema de que el tiempo ni tiene modas.  Entro en éste año, como en otros, con miedo. ¿Que nueva desesperanza se oculta en ésa curva? ¿Quien que me era afectivamente imprescindible se irá para no volver?
Solo espero que nos sea leve. Lo mínimo posible. Feliz año.